¿Hablamos de emociones con los peques?
Hablar sobre los sentimientos pareciera estar de moda.
Encontramos en internet, en las librerías y en los distintos medios audiovisuales montones de guías sobre cómo hablar sobre nuestros sentimientos, o cómo enseñarles a nuestos hijos e hijas a gestionarlos.
Pero ¿existen reglas para hablar de lo que uno siente?
Una de las cosas que mas me preocupan cuando leo sobre este tema, es la tendencia a simplificar el proceso que significa poder expresar los sentimientos.
Poder reconocer lo que uno siente y poder ponerle un nombre, es ya un proceso complejo para un adulto, ni hablar de lo que esto significa para un niño o niña que está además aprendiendo a hablar.
¿Cómo podemos entonces ayudar a nuestros peques en este proceso?
La manía de enfrascar los sentimentos.
Creo firmemente que cada peque es un universo propio, con sus particularidades, sus potencialidades y dificultades y que no existe un fórmula única para ayudar a alguien a expresar eses universo interno.
Existe una tendencia a querer clasificar y enfrascar los sentimientos, ponerles un color único y determinado y en ocasiones hasta catalogar estos en „buenos“ y „malos“.
No existen sentimientos buenos y malos, existe lo que siento y eso que siento me pasa porque existen motivos que para mi son reales y que hacen que me sienta de una determinada manera.
Reconocer mis emociones y por qué las experimento puede ayudarme a en caso de necesitarlo intentar modificar las circunstancias para evitar o reforzar ese sentimiento en particular.
Pero ¿está mal sentirse triste o enojado? Tengo que evitar a toda costa estos sentimientos que se suelen catalogar como „malos“.
Nuestro bienestar esta directamente relacionado con nuestras emociones.
Muchas veces estas emociones aparecen como consecuencia a una situación real (miedo al ver una araña por ejemplo) otras porque recordamos una situación que provocó la aparición de esa emoción en otro momento (felicidad al recordar el nacimiento de un hijo/a)
Nuestras respuestas emocionales muchas veces encajan bien con las características de las situaciones que vivimos. En estos casos podemos confiar en que nuestras emociones nos ayudan a resolver situaciones cotidianas. todos los sentimientos, los positivos y los negativos, cumplen una función en nuestra vida.
A veces sin embargo, estas emociones pueden jugarnos en contra y dificultar la resolución exitosa de una situación compleja.
Regular las emociones
Regular emociones significa poner en marcha procesos a través de los cuales podemos influenciar qué emociones tenemos, cuándo las tenemos y cómo las experimentamos y expresamos (Gross, 1998b).
Esta regulación pude ser buena o mala, en función de para qué la utilizamos (puedo regular mi miedo para poder ayudar a alguien en peligro, pero puedo suprimir mi empatía para causar daño).
Un estudio realizado en la Universidad de Stanford, muestra que la supresión de las emociones tiene un impacto poco importante en la reducción de lo que sentimos cuando experimentamos una emoción negativa, pero disminuye considerablemente lo que sentimos cuando experimentamos una emoción positiva.
Suprimir emociones además se relaciona con el aumento de problemas cardiovasculares. Por el contrario las estrategias relacionadas con comprender qué situaciones y circunstancias nos generan qué emociones, y la gestión de estas circunstancias, así como también, las estrategias orientadas a controlar reacciones físicas producidas por las emociones (ejercicios de respiración relajación, etc.) no parece presentar consecuencias negativas, pero si muchas positivas.
Otro estudio realizado en la Universidad de Pensilvania con niños de seis años que comenzaron a hablar sobre sus sentimientos con sus madres a partir de los tres años, muestra que estos, mostraban una mejor comprensión de sus sentimientos y de las situaciones que los envolvían an comparación con el grupo en el que no se hablaba con los niños sobre sus emociones.
Entonces hablar parecería ser la palabra clave cuando de emociones se trata.
¿Pero cómo hablamos de las emociones?
Contar cuentos e historias que incluyan cómo se sienten los personajes es una forma natural, entretenida y divertida de abordar el tema.
A mi en particular no me gustan los cuentos que me dicen cómo debo sentirme o de qué color es un sentimiento en particular.
Prefiero cuentos que tengan elementos con los que los niños puedan reconocerse y relacionar experiencias propias, pero que les permita apropiarse del relato y utilizarlo como pretexto para hablar sobre ellos mismo.
¿Y dónde encuentro estos cuentos?
Existen varios, yo hoy voy a hablar de dos en particular.
El primero se llama „¿De qué color es un beso? de Natalia Bonilla. Aquí puedes encontrar la reseña del cuento y algunas ideas para trabajar con los niños.
El segundo es un cuento bilingüe de mi autoría que se llama „Buscando colores“
Buscando colores cuenta la historia de Nahuel, un niño de 5 años al que le encanta dibujar y sobre todo, le encanta dibujar cómo se siente.
En el cuento se describen y ven dibujos de cómo se siente el protagonista en distintas situaciones comunes a esa edad: recibir regalos, pelearse con un hermano.
Existe sin embargo un sentimiento que Nahuel no logra dibujar: una emoción particular que siente cuando otros niños no quieren jugar con él o cuando extraña a sus abuelos que viven en otro país.
El cuento nos habla de las estrategias de Nahuel para sentirse mejor (las cosquillas de mamá o la ayuda de una amiga) pero también de la importancia de entender que es normal tener sentimientos que no son agradables y que siempre podemos pedir ayuda cuando esos sentimientos nos sobrepasan.
La idea es reconocernos en situaciones cotidianas algunas comunes a los niños en general y otras comunes a los niños que crecen bilingües y biculturales.
El libro está editado en formato bilingüe (español/alemán) para que puedan leerlo distintas personas de la familia en su propia lengua y de esta forma poder desarrollar el vocabulario relacionando en los idiomas.
En este momento estamos trabajando con la ilustradora Malen Zapata en un libro de actividades de „Buscando colores“ con ideas para dibujar, colorear y por supuesto desarrollar el alemán y el español al mismo tiempo.
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